Juárez: La Caricatura.

Posted on 10:33 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios



Iván Triano Gómez



En 2006 se celebró en México y con cierta discreción, el bicentenario del natalicio del ícono oficialista de la legalidad, popular y pomposamente nombrado como el benemérito de las Américas: Benito Juárez.

La beatificación de Juárez se reduce a la exaltación del ideal servil. Al mero hecho de ser empleado del poderoso.

El benemérito como cualquier actor político, obró conforme a sus intereses que no precisamente correspondían con los del pueblo mexicano del siglo XIX. Los hechos así lo demuestran.

La crítica de su conducta como actor político siempre será justificable, especialmente tratándose de la destrucción del mito y la reconstrucción del hombre.

El 17 de diciembre de 1857, en plena vigencia de la Constitución anti mejicana de aquel año, el jefe del ejecutivo federal Ignacio Comonfort, declaraba disuelto el congreso de la unión, en otras palabras realizó un golpe de Estado. Uno de tantos en la historia nacional, sin embargo uno de los pocos pregonados.

La causa: El verídico sentir de un liberal que comprendió la maldad de dicha ley y acató el sentir mayoritario del pueblo al menos en forma vacilante.

En efecto, dicha norma constitucional contrariamente a lo que se cacarea en las cátedras de constitucionalismo e historia, atacó intereses de la iglesia católica, institución naturalmente hispana y congruente con la tradición mestiza de la novel nación mejicana.

En ese entonces, era normal la relación íntima entre el Estado y la iglesia a nivel mundial; de hecho la unidad religiosa de un pueblo era estimada como una virtud.

De tal modo, la ofensiva ideológica fue producto de una moda “vanguardista” inducida por los enemigos del clero, que no veían con buenos ojos la enorme labor social de la iglesia católica en una nación joven que entonces poseía potencial para erigirse en un contrapeso en el hemisferio.

La referida acción, no fue preconcebida por las facciones liberales mejicanas -claro que no- ésta última minoría sólo constituyó el vehículo que sirvió para la adopción y ejecución del virus anticlerical en las mayorías, pues los fines de dicha política eran esencialmente extraños al sentir del verídico pueblo.

Ignacio Comonfort, vacilante y con el poder en sus manos, al advertir lo anterior coqueteó con facciones liberales radicales o puras y con los denominados conservadores. Ante tal vacilación, ambas facciones comprendieron que el jefe del ejecutivo no se hallaba en aptitud de cumplir sus ambiguos compromisos e intereses.

Y es que hay que puntualizar que si bien Comonfort no derogó la Constitución del 57, sí la desconoció al adherirse al denominado Plan de Tacubaya, que en su original articulo segundo preveía que el jefe del ejecutivo, o sea, aquél, habría de convocar a un nuevo constituyente.

Al no definirse del todo, pues si bien no apoyaba las exigencias de los liberales puros pero tampoco se comprometió con el programa del llamado bando conservador; llegó el momento en que presionado decidió renunciar cuando se enteró que Juárez estaba dispuesto a sostener y a defender la aplicación de la Constitución surgida del Plan de Ayutla, es decir, hacer lo que él sabía que no debía hacer. Así, se abrió la posibilidad de que “San Benito” ascendiera al poder.

Con independencia del caos imperante, el proceso que implicó el ascenso de Juárez es factible de análisis y desde luego de crítica. Al respecto Luis Reed Torres, autor no oficialista, precisa en su obra “Al servicio del enemigo de México. 1806-2006, Bicentenario de un ¿patriota? (La verdad sobre Juárez y el Partido Liberal)” que dicho procedimiento distó mucho de ser legal.

Luego, los atributos inmerecidos concedidos a Juárez como encarnante de la legalidad y justicia son cuestionables, pues en más de una ocasión violentó la ley mejicana y la propia Constitución.

En la “cátedra” se ha dicho siempre que Juárez ascendió al poder, mientras permanecía como presidente de la Suprema Corte de la Nación, por razón de una fórmula legal prevista en la Constitución.

Tal fórmula legal, precisa el gran polemista liberal y defensor de la verdad histórica Francisco Bulnes; no era aplicable al caso del llamado benemérito por una sencilla razón: La constitución de 1857 no preveía los casos en que existiera un vacío de poder.

Y es que al renunciar Comonfort por su actitud vacilante respecto del llamado al desconocimiento que hizo de la Constitución de 1857 y la simultánea declaración de disolución del congreso, se cerró la posibilidad de que la fórmula referida fuera ejercible, pues la misma se limitaba a la ausencia del titular del ejecutivo, en cuyo caso el congreso - inexistente para entonces - habría de formalizar el ascenso del presidente de la Corte.

En la situación ya señalada, Juárez al auto proclamarse legítimo presidente por suplencia, no hizo más que desconocer la legalidad.

Por no existir Poderes de la Unión (entiéndase el ejercicio integral de los tres), por el cual el pueblo en teoría ejerce su soberanía; Juárez no pudo ser designado presidente suplente.

Por ello decíamos optó por autodenominarse presidente legítimo, sin más apoyo legal que los decretos que él mismo y sus correligionarios se daban.

Tal hecho, abrió la puerta para un factor de mayor peso: El apoyo incondicional de los Estados Unidos de Norteamérica, cuyo gobierno había sondeado ya y calado al verídico presidente de México, el general Zuloaga; de ahí que supieran que con él no se garantizaban las ejecuciones de ninguna de sus políticas e influencias.

Sólo una junta provisional o el líder de un movimiento sedicioso pudo convocar a elecciones y designar a un jefe del ejecutivo interino a como lo hizo el bando denominado conservador. Félix Zuloaga, fue así el legítimo presidente de la República durante tales convulsionados tiempos.

Luego, dichos acontecimientos históricos, dan en el traste a la tan exhibida y cacareada personificación de la legalidad de Juárez. Cuestión de estudio y análisis profundo para aceptarlo como verdad.

Lo grave aquí consiste en las mentiras oficiales que hasta el día de hoy se empeñan en transmitir en forma de educación formal, sobre un Juárez de caricatura, de cartón y oropel, un inmaculado; la única razón: intereses políticos extraños a la identidad del verdadero mejicano.

En Europa, concretamente en España, se ironiza por el hecho que los círculos intelectuales nacionales mayoritariamente escriban sólo bellezas de quien en tono de mofa ya es conocido como San Benito.

De la larga lista de actores políticos de la historia nacional, es Juárez el ser más perfecto, infalible, sin intereses, sin ambiciones, el prototipo del hombre nuevo de Nietzshe.

Juárez ha sido despojado de su naturaleza de actor político, y por esa circunstancia se le niegan errores o decisiones equivocadas, es más se le justifica fundado en la “convergencia” de la lucha ideológica hemisférica entre el liberalismo democrático anglo sajón y el europeísmo en apariencia interventor.

Cuestión de ópticas y de cristales con que se mire, al fin, pues hoy el imperio global demócrata, practica más que nunca y como nnunca, las intervenciones de aquellos pueblos que históricamente se le han opuesto tanto en las armas como en lo ideológico...Cuando aún, ello era posible.

SEGOB: Lecturas del cuarto...(2)

Posted on 22:18 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Alineación a la izquierdaHugo Triano Gómez.


Otra arista desvelada, tras el cuarto ajuste en la Secretaría de Gobernación de la semana anterior, ubica a la administración de Felipe Calderón en un lugar histórico, en el entendido de que solo 2 Gobiernos desde la era Porfiriana, han tenido más encargados en esa oficina: La de Pascual Ortiz Rubio –cuando el Maximato- y la de Plutarco Elías Calles –el jefe máximo- con 6 y 5 respectivamente.

Situado al mismo nivel, el gobierno Calderonista empató con el ajuste a otras administraciones famosas como las del “chacal” Victoriano Huerta, la del “mocho” Álvaro Obregón, la del “Tata” Lázaro Cárdenas, la del referido “Cachorro” Miguel Alemán y la del “tecnócrata” Ernesto Zedillo, que “zarandearon la mata”de la SEGOB o -su similar- en 4 ocasiones también.

En contraparte, con el enroque “superó” las gestiones del “mártir” Francisco I. Madero, la del “solidario” Carlos Salinas y al mismísimo General “Don” Porfirio Díaz Mori que 3 veces optaron por ajustes en esta “importantísima” área.

Sin duda es de llamar la atención el caso de Don Porfirio, en virtud de que en sus 3 décadas de “orden y progreso”empleó a tal cantidad de Secretarios, sin menoscabo de que uno fue su suegro (Manuel Romero Rubio), otro su compadre (Manuel González Cossío) y uno más su incondicional. (Ramón Corral)

Por supuesto que ni el General hubiera soportado la presión si sus tiempos hubieran sido los actuales de “tanta” apertura y democracia mal entendida, con voces autorizadas y siempre dispuestas a ver la paja en el ojo ajeno y a ocultar cual expertos, la viga en el propio; con tanta politiquería pues, pero esa es otra historia.
Resta decir amén de la interesante numeralia, que la de Gómez Mont no ha sido la peor de las gestiones en la Secretaría de Gobernación. Responsabilizar a un solo hombre de los problemas de la política interior del país, no solo es injusto e irreal, sino patético y temerario.

No es cierto que el estancamiento de la iniciativa de reforma política planteada hace 7 meses por el gobierno federal sea culpa del despedido o del mismo Jefe del Ejecutivo, siendo que la cámara de diputados –con todos sus colores- ha privilegiado cualquier otro asunto, incluidas las elecciones, sus vacaciones y viajes de receso; menos el estudio profundo y la discusión seria del asunto.

No fue Gómez Mont oponiéndose a las alianzas con el PRD el que puso de cabeza al país, tratando quizás de salvar la convicción que haya tenido –mucha o poca- y que lo hizo incorporarse al gabinete. No fue él, por que no es el único en el país que ve reducido a la competencia electoral, cualquier acuerdo político que después suele desaparecer sin pena ni gloria, en perjuicio siempre de quien eligió.

Tampoco fue él quien complicó el escenario de la delincuencia organizada, al criticar el papel de la comisión nacional de los derechos humanos y pronunciarse constantemente en el sentido de no retirar al ejército de las calles.

Y es que si alguien lo ha olvidado, la lucha anticrimen no es un asunto de democracias, pese a que su sucesor Francisco Blake lo haya dicho como primer mensaje. Ya demasiado tiempo se ha perdido como para detener ese frente, en espera de que los “representantes populares” se pongan de acuerdo en el camino a seguir, de lo cual por cierto nunca hay garantías.

Blake ya dijo también que buscará la reconciliación política del país. Siendo honestos, el dicho sigue viéndose lejos del hecho. Ni el más experimentado hombre en el cargo –que no es el caso- ha logrado convencer a sus opositores a actuar por ideales, como dicen siempre, por México.

Para acabar pronto, o deja que los enemigos de su jefe Calderón impongan su ideario político y la agenda a discutir para “avanzar” –cosa que no ocurrirá- o solo estaremos ante nuevos episodios de intentos de arreglo entre la plutocracia, cada vez más difícil de hacer reaccionar.

SEGOB: Lecturas del cuarto. . .

Posted on 18:58 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez



No hace mucho -cuando la época de oro del Presidencialismo Mexicano- ser Secretario de Gobernación representaba más que el poder de hacer y deshacer, una auténtica esfera de autoridad, tanto que se suponía –y se entendía así- que ahí se estaba preparando al próximo Presidente de la República.
Allí están los casos del “cachorro revolucionario” Miguel Alemán Valdés, el del “estabilizador” Adolfo Ruiz Cortinez, el del “malora” Gustavo Díaz Ordaz y su “delfín” Luis Echeverría Álvarez, que de la posición “saltaron” a la primera magistratura del país.
Adolfo López Mateos, José López Portillo, Carlos Salinas, el malogrado Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y hasta el propio Felipe Calderón son otra historia, pues si bien no emergieron de dicha cartera, por supuesto tuvieron que ver con ella en la idea de que siempre hubo en su titular un rival político por excelencia que pudo cambiar la historia –no necesariamente para bien- y echar por la borda proyectos “personalísimos” de los en su momento futuros mandamases del país.
López Mateos por ejemplo tuvo que dejar en el camino -con todo lo que eso implica- a Ángel Carvajal, el fiel Secretario de Gobernación de Ruiz Cortinez pese a que acompañó a éste desde sus tiempos en la gubernatura de Veracruz; López Portillo a Mario Moya Palencia, “hombre fuerte” de la época Echeverrista que incluso lo había sucedido cuando Díaz Ordaz lo ungió Candidato Presidencial y Carlos Salinas a Manuel Bartlet, que “irónicamente” lo ayudó después a “consumar” su triunfo con la siempre anecdótica caída del sistema.
El caso de Miguel de la Madrid podría distinguirse con un asterisco, luego que el encargado de los “asuntos internos” de López Portillo, Jesús Reyes Heroles, no atendiera según los informados de la época a la insinuación Presidencial de modificar el marco legal en su favor para permitirle, pese a sus raíces españolas, ser elegible para la Presidencia. Más allá de que la reforma se logró varios años después, eso hizo que López Portillo empleara un criterio distinto y viera en el PRI Nacional y en Javier García Paniagua a su posible sucesor, escenario que al final tampoco cuajó.
En la era reciente, Luis Donaldo Colosio y Ernesto Zedillo enfrentaron “rivales de peso” pero de nuevo en otras áreas distintas a Gobernación, con todo y que en su momento algo se dijo de la posibilidad Presidencial de Fernando Gutiérrez Barrios y Patrocinio González Garrido. Más, en el caso del primero, por las influencias y posibilidades de Manuel Camacho Solís y Joseph Marie Córdova Montoya.
La Candidatura de Vicente Fox en este aspecto sigue siendo sui géneris, aunque en el año 2000 el abanderado Priísta fue de nuevo un “hijo de la SEGOB”: Francisco Labastida Ochoa. Si bien al interior del PRI se impuso, el de las botas, terminó endilgándole como se sabe, una histórica derrota en los comicios presidenciales de entonces.
Caso similar a los de la época reciente –pero con el tino de ser el supuesto ganador inesperado- es el de Felipe Calderón, que para lograr ser Candidato Panista tuvo que volverse “desobediente” y sentenciar la suerte del considerado aspirante idóneo del Foxismo, Santiago Creel, que aún busca la reivindicación.
En el contexto planteado, la salida de Fernando Gómez Mont de Gobernación sí le significa a Calderón una pérdida política, aunque considerando que las posibilidades a la sucesión presidencial desde allí se mantienen a la baja, no necesariamente tiene que ser una de “proporciones inimaginables” o “condiciones irreparables”.
Después de todo, desde la misma salida de Francisco Ramírez Acuña se ha afirmado que el Presidente perdió uno de sus principales proyectos, que luego reverdeció en Juan Camilo Mouriño y más tarde en el hoy despedido.
Concediéndole razón a la afirmación, habrá que advertir que por lo menos Calderón ya intentó revivir y darle utilidad electoral a la Secretaría de Gobernación, que él mismo ayudó a reducir a casi nada.
Esto no sugiere tampoco que Francisco Blake Mora, por el solo hecho de llegar a las “grandes ligas” pueda ganar el premio Cy Young; seguro habrá más prospectos en la fila y no faltará la moderna “sugerencia” presidencial del tapado, que más tarde que temprano, dará luces de su verdadero sentir.

Centro: De lo superfluo al autoritarismo presupuestal.

Posted on 13:29 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez.





No solo en la política que define candidaturas, la forma es fondo. En la práctica diaria de lo que acá se llama “gobierno”, se dan muestras de los conocimientos del administrador en turno, pero también de sus convicciones y hasta su personalidad.

En ese contexto la declaración del segundo de abordo de la administración de Jesús Alí -César Rojas- asegurando que la obra del puente bicentenario echado a andar en la zona del Parque Tomás Garrido “está avalada” por haber ganado la elección del 2009, reveló el estatus real -no público- de las 3 condiciones descritas, en el edil de Centro.

De entrada y pese a que Alí dijo -por su personalidad populista- que dicho proyecto es perfectible, es claro que no dará marcha atrás con él, a pesar de que corre el riesgo de volverse superfluo e infructuoso en el entendido de que su meta es hacer de dicha infraestructura, una razón para “atraer” inversiones a la capital tabasqueña y “evitar” que la derrama económica de las familias Villahermosinas vaya a parar a ciudades cercanas como Coatzacoalcos o Ciudad del Carmen.

Cierto es que en la estructura del poder, los municipios son los más limitados financieramente y que por tanto una construcción de este tipo debería generar más ánimo que desánimo, solo que ante el panorama advertido cuesta ser optimista.

Un puente sobre una arteria ciertamente transitada pero que no puede compararse con una avenida de verdad, que dote de un segundo “mirador” a la zona y que busque “darle valor” a un vaso Cencali famoso más que otra cosa por su contaminación y los millonarios recursos que se tiraron allí a expensas de su falso rescate (y en aras de celebrar la independencia y la revolución) parece más un capricho o deseo personal de perpetuar un apellido, que algo verdaderamente serio, útil y atractivo.

En la “lectura” de la afirmación del Secretario de Alí que -se da por sentado- tiene la autorización de éste para hablar en su nombre, sin tener que repararle la plana, se aprecia que Alí cree por convicción que la victoria electoral del año anterior puede darle un cheque en blanco para hacer y deshacer, total que ya fueron “avalados”, olvidando que algunos tantos como 96 mil 127 votantes buscaron otra opción para el Gobierno municipal.

Dicho de otro modo, el referido puente, ejemplifica un nuevo caso de desprecio a las minorías y de ejercicio de “democracia llana y lastimosamente electoral”, donde nada más puede hacer el que votó por la autoridad, en virtud de que ya lo eligió.

El asunto da pie también para revisar el papel del cabildo y sus regidores. El órgano que cual Congresito, cuesta mucho dinero a un erario municipal siempre en aprietos, sin ofrecer resultados de algo verdaderamente trascendental, más que su farsa de los consensos en las decisiones que las mayorías de las veces, terminan perjudicando a sus “representados”.

¿Qué han hecho los cabildos en Tabasco –que no solo en el Centro- para justificar las millonarias partidas que reciben mes a mes sin siquiera tener que presentarse a trabajar? ¿Acaso cambiarle el nombre a una calle o firmar una “iniciativa” -que no crearla- para permitirle a un gobierno endeudarse a costa de las arcas municipales y que el Congreso tenía claro debía aprobar sin aspavientos por órdenes de los verdaderos hombres poderosos del Estado, los legitima?

¿No ha sido allí donde se han desviado recursos para programas de rubros supuestamente importantes como los del ramo 33, para darlos en bonos de marcha pro-regidores, al final de un trienio y nadie dijo algo?

Es claro –también para Alí- que en este caso los regidores no pueden hacer algo, pero que si pudieran, seguro harían hasta lo imposible por secundar un proyecto con todo y que bien pudiera someterse a discusión su pertinencia y conveniencia en tiempos de crisis, de endeudamiento y celebración.

En efecto poco importa ya si el puente da al traste con el entorno arquitectónico de la zona, la realidad es que Alí hará como todos los gobernantes lo que quiera con el presupuesto, echando por la borda -como aquellos también- la posibilidad de ejercer democráticamente y sin banalidades, el recurso que no hace mucho juró administrar como si fuera suyo.

Ecos de la liviandad política.

Posted on 7:28 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios



No por definición, pero en México la política es una actividad en la que los que se dedican a ella ganan, siempre ganan.

Conocedor del escenario vivido en Puebla -uno de los bastiones que el PRI perdió por primera vez en su historia-Hassan George visualiza los alcances del triunfo opositor que igual y se repetirá en más de un lugar.

Escenas de liviandad política

Posted on 20:00 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Flor de Líz Pérez Morales

Aún cuando cualquiera pudo vaticinar el rumbo de las pasadas elecciones en el país, no deja de ser sorpresiva la derrota del Partido Revolucionario Institucional en dos entidades federativas de alto raigambre priísta como Puebla y Oaxaca, estados que históricamente se constituyeron en fuerzas y bastiones del partido que durante más de 80 años había tenido sus quereres y poderes en esos terrenos.
Ya se sabía de antemano el dispendio y la destinación de recursos que los gobiernos de Mario Marín y Ulises Ruíz habían dado a sus candidatos y que durante estas elecciones pusieron en evidencia, lo que indudablemente los ciudadanos enjuiciaron en las urnas. Sin embargo la cosa no paró ahí, también los gobiernos del PRD y PAN vieron concretados sus temores cuando los porcentajes de votos no les favorecieron.
Frente a tales asuntos pareciera que el veredicto habla, más que de la presencias, de las ausencias que expone la política mexicana. Esto es, que lo importante en el caso es reflexionar en relación no sólo a la forma en que se manifestó el voto, sino en las implicaciones que llevan consigo los resultados obtenidos; es decir, lo más significativo para el caso no es analizar lo explícito sino las situaciones que no tienen del todo claridad y que se reflejan en los niveles de abstencionismo.
Los recatos y decoros partidistas fueron soslayados por las trampas, mentiras y deshonestidades de quienes le apostaron a las viejas reminiscencias del hacer político, lo que dio como resultado que muchos ciudadanos no hayan podido manifestarse en forma abierta y directa en las urnas, determinando con ello acciones que resquebrajan el ya de por si cuarteado sistema político mexicano. Como establecía Carlos Monsiváis, las escenas de liviandad política quedaron al descubierto para mostrarnos al México que no queremos.
Parece que los temores de los electores se hacen explícitos en el bajo porcentaje de ciudadanos que acudieron a dar su voto en doce estados donde se elegían gobernadores y diputados. La tarea ciudadana puso en claro el amedrentamiento de las convicciones que asustan las posturas de civilidad que caracterizan las sociedades democráticas. Con estas elecciones se hace patente que mientras los electores disminuyen, los recursos partidistas aumentan y que la capacidad de convencimiento político se complejiza frente a un ciudadano incrédulo que no está siendo capaz de dejar sus miedos lo que inminentemente permea sus decisiones.
Lo que también dibujan estas elecciones son los asuntos que buscan tejer el horizonte político de un país que no sale de una y ya está definiendo sobre los mismos rumbos; los futuros candidatos presidenciales se acicalan ya en los resultados que se miran como posibilidades o limitaciones, aspirantes que ambicionan llegar sin considerar justamente los temores ciudadanos, esos que han hecho posible que no se acuda a votar.
No se trata sólo de que Mario Marín o Ulises Ruíz hicieran que sus candidatos perdieran, a ello se suman los muchos gobiernos que le han apostado a la inseguridad del país, al deterioro de una vida digna, al desempleo, a la oferta educativa de poca calidad para los jóvenes, a las injusticias, a la guarida del narcotráfico y la eterna corrupción; con muy poco de eso han hecho posible que en cada momento se pierdan electores.
Qué pena pues que los asuntos relevantes de un país y sus entidades queden marcados y pauperizados en las determinaciones políticas que se asuntan ya con la podredumbre de un sistema que huele a viejo.